viernes, 15 de enero de 2016

45

Aquí, cerca de nada.

Cerca de la mano de mamá,
aquella imagen difusa y a ratos.
Tuve tantas madres
que no recuerdo a quién me dio su pecho.
Recuerdo un vientre;
ancho, dado de sí, harto de fecundar. 

Unos gritos me sobresaltan,
me tiran de los pelos,
tengo tantos nudos que mi garganta los ha copiado.
Los rizos me condenaron a los piojos.
 _ me hacían parecer una niña peleada con el mundo, una niña abeja_
me los mutilaron.
Con cara de chico malo,
la niña murió con esos rizos,
ya no tengo que jugar a las muñecas
ni cortarles el pelo ni sus cabezas.

Ya recuerdo, me amamantó la ausencia y el exilio.



6 comentarios:

  1. Me ha recordado un poco a "La metamorfosis", de Kafka.

    Y me ha encantado.

    Besos, Sandra.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Maria bonita lo que me alegro de verte por mi casa.
      Gracias corazon

      Eliminar
  2. Retazos de una niñez siempre presente,aunque se quedara ya atrás.Y es que la infancia nunca se aleja del todo de nosotros en el tiempo...y menos cuando no es del todo feliz.
    ¿De verdad le cortabas las cabezas a las muñecas...? Una forma de desahogo como otra cualquiera...:)

    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja jajaja perdona las risas pero no no soy sádica pero hay que dramatizar. Tampoco me amamantó el exilio. Siempre en lo que escribimos hay verdades a medias.
      Gracias por tu comentario y un fuerte abrazo

      Eliminar
  3. En algún momento regresarán los expatriados al reencuentro del Sena (estaba pensando en el seno, el coseno y la tangente del pródigo regazo).

    ResponderEliminar

  4. Al recordarlo ya sabes quién eres, por eso te acercas a la nada.
    Gracias, gracias a ti.

    Es cierto que me dejo ver muy poco, apenas comento, pero en la medida de lo posible, y del tiempo, vengo a leerte desde que te encontré, antes allá, y ahora aquí.
    Un placer, es un placer, Sandra.
    Salud

    m.

    ResponderEliminar