jueves, 21 de agosto de 2014

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El compromiso y la rebeldía fue precisamente el que llevó a que Zarmina, una joven escritora afgana, acabara quemándose viva y abandonando este mundo años atrás. La poeta recitaba landays (breves poemas de dos versos que expresan quejas y miedos profundos) en una radio de mujeres a la que llamaba secretamente. Cuando sus hermanos la descubrieron, le dieron una paliza y le prohibieron volver a escribir aquellas cosas obscenas y vergonzosas para su familia. A Zarmina no le quedó más remedio que suicidarse. El fuego la liberaría para siempre. Las señales de su humo se elevarían en el cielo y lograrían que su historia se publicara en toda la prensa internacional

Así es la poesía secreta y mortal de las mujeres afganas (texto y poesía ampliado en el enlace a la noticia)





Yo llamo. Tu eres piedra
Un día cuando me busques, descubrirás que me he marchado.



Me vendiste a un hombre viejo, padre,
Que Dios destruya tu casa, yo era tu hija.



Hacer el amor con un hombre viejo
es como cogerse un arrugado tallo de maíz ennegrecido por el moho.



Cuando hermanas se sientan juntas, siempre alaban a sus hermanos.
Cuando hermanos se sientan juntos, venden a sus hermanas a otros.



Me haré un tatuaje con la sangre de mi amado
y apenaré a toda rosa en el verde jardín.



Desafortunado tú que no me visitaste anoche,
Confundí el duro poste de madera de la cama con un hombre.


Hija, en América los ríos no llevan agua,
Las niñas pequeñas en el internet llenan sus jarras.


Podría haber probado la muerte por una probada de tu lengua,
viéndote comer helado cuando éramos jóvenes.


Vamos, dejemos a estos idiotas de pueblo
y casémonos con hombres Kabul con cortes de pelo de Bollywood.


¡Traté de besarte en secreto pero estás calvo!
Tu desnudo cráneo contra la pared ha golpeado..


Mi amor es justo como sólo puede ser un soldado americano.
Para él soy obscura como un Talibán, así que me ha martirizado.


Oh cariño, tu eres Americano para mis ojos,
Eres culpable; lo siento.


Porque mi amado es Americano,
pústulas florecen en mi corazón.


Sueño que soy el presidente.
Cuando despierto, soy la pordiosera del mundo.


Vuelve negro de pólvora o rojo sangre
pero no vuelvas entero a deshonrar mi cama.


¿Qué podrías ser sino un bravo guerrero,
tu que has bebido la leche de una madre Pashto?


Mi amor dio su vida por nuestra tierra,
Coseré su velo con una hebra de mi cabello.


En batalla, deben haber dos hermanos;
uno para ser martirizado, otro que prepare el velo del primero.


Portas un denso turbante sobre tu calva
para ocultar tu edad. ¿Con qué motivo? ¡Estas casi muerto!


La vieja cabra buscaba un beso de mi abadejo
como quitarle un pedazo de carne del hocico a un hambriento perro.


Mi cuerpo es fresco como una hoja de henna;
verde por fuera; adentro, carne cruda.


¿Qué has hecho conmigo, Dios mío?
Otras han florecido, yo permanezco apretada como un brote.


Las viudas llevan dulces al altar de un santo.
Yo le llevaré a Dios palomitas, rogándole que mate al mío.


Mi cuerpo me pertenece a mí;
a otros su dominio.


En la prisión de Policharki, nada tengo que me pertenezca,
excepto el corazón de mi corazón que vive entre sus muros de piedra.


Estoy cansada de adorar flores exóticas,
Extraño los jardines de Sangin; eran pobres pero nuestros.


La separación trajo este tipo de pena:
Hizo de sí misma un mulla y a mí la ladrona del pueblo.


Que Dios destruya la Casa Blanca y mate al hombre
que envió misiles estadounidenses a quemar mi casa.


Bush, no te enorgullezcas tanto de tu carro armado.
Mi bomba remota, desde lejos, lo hará volar en pedazos.


Los drones han llegado al cielo afgano.
Las bocas de nuestros cohetes contestarán a su llamado.


Mi Nabi fue muerto por un drone.
Que Dios destruya a tus hijos, América, has asesinado a los míos.


Que Dios destruya a los Talibanes y termine sus guerras,
Ellos hecho de las mujeres afganas viudas y rameras.


Ven a Guantánamo.
Sigue el repique de mis cadenas.


Madre, ven a las ventanas de la prisión
Háblame antes de que vaya a la horca.


Por favor dile al guardia de la prisión
que no sea tan cruel con mi hijo, Allah Mohamad.


Hamid Karzai vino a Kabul
a enseñarle a nuestras niñas a vestirse en dólares.


Hamid Karzai envió a nuestros hijos a Irán
y los hizo esclavos de la heroína.


Separación, tu prendes fuego
en el corazón y casa de todo amante.

4 comentarios:

  1. ¡Qué difícil debe de ser la vida para las mujeres en un país lleno de fanáticos como es Afganistán!. Cada uno de estos poemitas es un grito de libertad.Algunos son sublimes.
    Gracias por compartirlos.

    Saludos.

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  2. Gracias por esto. Me estremece leer a quien ofrenda la carne de esta forma. Un abrazo.

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  3. En las mejores sociedades la mujer significa liberación y el hombre no es más que un residuo de su voluntad. Lágrimas que no llegan a secarse nos preceden; nosotros, los precursores del llanto...

    Te doy las mismas gracias que Darío y Joaquín por acercarnos esta maravilla!!!

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  4. Habéis escuchado el video que hay en el enlace que puse en la entrada donde se amplia la noticia.
    Es un poema de una periodista palestina que escibió en respuesta a un pediodista que le formula la siguiente pregunta:

    "¿ No crees que todo estaría bien si simplemente dejáis de enseñar a vuestros hijos a odiar?"


    Y entonces escribió mientras caáin las bombas ese poema que comienza así:

    Hoy mi cuerpo
    fue una masacre televisiva ...

    Tenéis que verlo, a mi se me pusieron los pelos como escarpias

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